Adrían Castellote, nuestro representante en la red de Medicina Rural y Medicina Remota internacional EURIPA, se encontraba viajando por los confines del mundo, como responsable médico de una expedición en un velero que, durante tres meses, estuvo resiguiendo las costas Antárticas, desde Tierra del Fuego hasta Ciudad del Cabo. Su expedición estaba formada por unas 60 personas, entre científicos, tripulación y algún amante del turismo extremo, contaba con un par de ordenadores desde los cuales se podía mandar un mensaje diario vía satélite, y únicamente en formato de texto. No había la posibilidad de adjuntar fotografías u otro tipo de archivos. Durante varias semanas, todo funcionó bien, y Adrián pudo hacernos llegar sus crónicas que fuimos publicando con el hashtag #MFenAntártida, y que leyeron miles de personas.

 

A modo que el viaje iba avanzando, los artículos que Adrián nos mandaba iban aumentando en intensidad y peligrosidad, hasta el punto que en la última noticia que tuvimos de él, hace un mes y medio, nuestro médico de familia nos narró una evacuación límite en una base militar remota. Tras esta última aventura, dejamos de recibir comunicaciones de Adrián hasta que vimos en Instagram que #MFenAntártida había desembarcado en Ciudad del Cabo. Finalmente, hoy, nos hemos podido poner en contacto con él.

 

Hola Adrián, ¿Cómo estás, cómo va todo por Sudáfrica?

¡Buenos días! Por aquí bien, estamos haciendo el mantenimiento rutinario del barco, ya estamos terminando. ¿Cómo estáis en Europa?

 

¡Bien, bien! Estábamos preocupados, no habíamos sabido nada de ti en un mes y medio, y tu último artículo era trepidante…

Lo sé. Lo que pasó es que uno de los dos ordenadores que llevábamos a bordo se estropeó y no quise ocupar el único ordenador que quedaba en el velero durante mucho rato para escribir mis artículos, porque había 60 personas más que lo necesitaban. Así que, lo siento, pero no pude mandar más crónicas.

 

¿Qué pasó tras la evacuación?

Lo de la evacuación tuvo mucho impacto sobre todos nosotros, nos dejó una sensación muy fuerte y extraña. Los capitanes del velero nos comentaron que no era para nada habitual que algo así sucediera. Nos dijeron que una cosa así prácticamente no había pasado nunca anteriormente. Tras el episodio de la evacuación, el resto del viaje fue, desde un punto de vista médico, mucho más tranquilo. Justo un par de días al salir de King George’s Island desembarcamos en Elephant Island. Es una isla muy pequeña, fundamentalmente conocida porque es la isla donde la Expedición Endurance liderada por Shackleton fue rescatada sin ni una sola baja tras pasar el invierno en condiciones durísimas y no saber si serían o no rescatados, en 1914. El océano era salvaje, con muchas tormentas y estuvimos unos 12 días navegando hasta llegar a la isla de Georgia del Sur, que pudimos visitar a fondo, así como las otras islas situadas en esta zona llamada “convergencia antártica” o “zona frontal polar antártica”. Ahí la naturaleza era un paraíso.

 

Me lo imagino…

En la isla de Georgia del Sur fue muy interesante visitar el antiguo enclave ballenero de Grytviken, donde nos encontramos con una expedición científica situados en una especie de pequeña base. En verano son unas 20 personas y en invierno solamente 8.

 

¿Entre los científicos había médicos también?

Sí. Había un médico del National Health System del Reino Unido, un médico residente. Me contó que el NHS le había permitido ir allá y financiar su estancia. Me sorprendió mucho ver lo bien equipados que estaban. Esta base estaba construida sobre las runas de un antiguo enclave ballenero que a finales del siglo XVIII y durante el siglo XIX y principios del XX había sido el campamento de cazadores de ballenas en cuyos barcos, habían venido ratas de Europa y América.

¿Me estás diciendo que en estas islas hay ratas europeas?

Bueno, ahora ya no, porque uno de los proyectos en que los científicos de ahí habían estado trabajando era en un método para extinguirlas, y lo habían conseguido. El médico me dijo que este era el único lugar del mundo donde habían conseguido acabar con todas las ratas. Por otro lado, estar ahí me hizo pensar en otra base científica, que era de Argentina, llamada Base Esperanza, donde había estado unas semanas antes, y donde conocí a un médico internista. Me sorprendió la diferencia en recursos entre este médico del NHS y el colega de la base argentina.

 

¿Qué pasó después?

Seguimos navegando hasta Tristán da Cunha, la isla habitada más remota del mundo. Se trata de un sitio muy curioso habitado por unas 300 personas que viven a base de la pesca de langosta y el cultivo de patatas. La isla, habitada desde principios del siglo XIX, dispone de una clínica muy bien equipada y cuenta con un médico responsable que cada año tiene que ser una persona diferente. Conocí al médico de la población humana más aislada del mundo, y se trataba, para mi sorpresa, de un médico especialista en medicina rural proveniente de Australia.

 

¿Por qué te sorprendió?

Básicamente porque yo no sabía que en Australia tenían una formación tan buena en Medicina rural y medicina remota. Por ejemplo, este médico sabía revelar radiografías y también tenía buenos conocimientos en cirugía. Me contó que había operado a una mujer de apendicitis hacía un par de semanas. Imagínate la responsabilidad de hacer algo así siendo el único responsable médico, a 10 o 12 días de cualquier otra asistencia. Me comentó que era un médico rural australiano que llevaba un par de años jubilado, que le hicieron esta oferta para venir a trabajar durante 1 año en la isla, y que cómo se aburría, aceptó.

 

 

¿A parte de en la evacuación que hicisteis, has vivido algún momento tan extremo cómo el de este médico australiano durante el viaje?

En el barco he tenido que tratar un par de traumatismos cráneo-encefálicos. Uno de ellos ha tenido consecuencias para la visión de la persona que lo sufrió, pero el segundo, que fue muy aparatoso y que monitoricé a conciencia, porque se trataba de una persona de 70 años, afortunadamente evolucionó bien. Y, bueno, hace un par de días que supe que la noche que estuve monitorizando a ese paciente, me rompí una costilla cuando en un momento me caí. Fui a mirármelo aquí, en Cape Town, pero ya sabes, para las costillas no se puede hacer mucho más que dejar que se curen solas.

 

¿En general con qué te quedas de este viaje?

Ha sido una experiencia súper enriquecedora. A nivel profesional, he aprendido a manejar la incertidumbre a un nivel extremo, sin más herramientas para el diagnóstico que mi ojo clínico. He aprendido a trabajar mucho más en equipo y al ir en vela, también me he sentido muy único, porque casi nadie más hace este tipo de viaje así. Es una oportunidad increíble. Hay imágenes que me quedarán grabadas para siempre, como desembarcar y ver una colonia de medio millón de pingüinos, o caminar entre las focas, navegar entre ballenas, o la vida a bordo, con sus confesiones y conversaciones, el desarrollo personal y el enriquecimiento humano, el haber podido estar ante una naturaleza remota

A propósito de la naturaleza, hace unas semanas, desde la semFYC, difundíamos la “Declaración para instar a los médicos de familia del mundo a actuar en Salud Planetaria”, en lo que creemos que va a ser uno de los grandes temas a los que se va a enfrenar la Medicina de Familia próximamente. Tú, que has podido estar en estos sitios prácticamente vírgenes, ¿qué te parece que podríamos hacer?

Bien, en primer lugar, déjame decirte que me parece súper interesante el hacer una Declaración como la que comentas que ha publicado WONCA World, y que tengo muchas ganas de poderla leer. En segundo lugar, eso de los sitios prácticamente vírgenes puede ser cierto ahora, pero no siempre ha sido así. En el siglo XIX todas estas islas estaban llenas de cazadores de ballenas y de focas y las costas Antárticas era un constante flujo de expediciones que acabaron con todo. Por ejemplo, con ciertas especies de ballenas, que bajaron de 300.000 ejemplares hasta solamente 300. La protección que se ha ido imponiendo durante las últimas décadas ha tenido sus efectos, por supuesto, pero también ha acentuado los desequilibrios. Por ejemplo, las poblaciones de focas se han recuperado mucho más rápido que las de ballenas, y eso sigue causando daños irreversibles en los ecosistemas. Las cadenas alimentarias han cambiado. En definitiva, pienso que sí que es cierto que estamos ante sitios que ahora son prácticamente vírgenes, pero al mismo tiempo creo que nunca más volverán a ser lo que eran. Pienso que serán muy distintos con respecto lo que fueron.

 

Qué tristeza…

Son ecosistemas muy sensibles. Te pongo otro ejemplo: Los albatros, esos pájaros que solo van a la tierra para procrear y para nacer. Se ha demostrado que actualmente están comiendo básicamente plástico. Hay científicos de estas bases que me comentaban que en algunas expediciones científicas cogían un ejemplar y hacían que vomitase para comprobar cómo era su alimentación y básicamente su estómago estaba lleno de plástico. Y alimentaba a sus crías con plástico. Creo que ya es tarde para poder salvar muchas cosas, hemos destrozado gran parte de lo que teníamos. Pero tenemos la obligación moral de preservar lo que nos queda y de intentar recuperarlo.

 

¿Podrás venir al Congreso de la semFYC en Málaga?

¡Me encantaría, la verdad! Lo intentaré.

 

¿Qué te parece que este año lo hayamos organizado con recursos propios y con total independencia?

Pues la verdad es que no lo sabía, pero me parece fantástico. Desde que empecé a estudiar la carrera he participado y he buscado hacer siempre actividades con organizadores y con personas responsables y éticamente serias. La semFYC siempre me ha parecido que cumplía con estas dos características, así que, sin duda, una razón de peso más para coger un vuelo desde África y pasarme por el Congreso.

 

¿Dónde podemos ver imágenes de tu odisea antártica?

Me abrí una cuenta de Instagram y veo que mucha gente me ha seguido últimamente. He aprendido mucho sobre fotografía durante el viaje y os mando algunas fotos en cuando encuentre una WIFI potente.

 

¡Perfecto Adrián!, ¡Un abrazo y hasta pronto!

Igualmente, ¡nos vemos pronto!