En septiembre de 2011 la OMS (Organización Mundial de la Salud) planteó la problemática de las enfermedades crónicas o enfermedades no transmisibles, que en nuestros días constituyen la mayor causa de morbi-mortalidad a nivel mundial. De esta reunión surgió la denominada “Estrategia 4×4”, en la que se identificaban cuatro grupos de enfermedades como las causas más importantes de mortalidad. Estos grupos los constituyen: la diabetes mellitus, el cáncer, las enfermedades cardiovasculares y las enfermedades respiratorias crónicas. En este mismo consenso surgieron las recomendaciones sobre donde resultaría más efectivo actuar para prevenir estas patologías, con la conclusión de que había cuatro factores de riesgo comunes donde sería más eficiente realizar la intervención: el tabaquismo, el abuso de alcohol, las dietas no saludables y la falta de actividad física. Es este último punto el que centra nuestra atención en este artículo.

 

La falta de actividad física

Aunque resulta difícil medir cual es realmente el porcentaje de personas que realizan un nivel adecuado de actividad física, ya que la forma de medirla en grandes poblaciones es autodeclarada y esto produce un nivel de subjetividad importante, sí podemos objetivar el sobrepeso y obesidad cada vez más frecuente en nuestra sociedad, y por tanto indicadores indirectos de la relación entre la ingesta calórica y el gasto energético. Así pues, el referente a seguir son las Encuestas Nacionales de Salud de España (ENSE). Al comparar los resultados obtenidos entre el año 2011 y el 2014, el 49,82% de los jóvenes de entre 16 y 24 años en el año 2011 declaraban estar sentados la mayor parte del día, cifra que ha aumentado al 56,17% en el año 2014, lo que refleja la conducta cada vez más sedentaria de nuestra sociedad. “El informe sobre la situación mundial de enfermedades no transmisibles del 2014” responsabiliza del 92% de las muertes que se producen en España a las enfermedades no transmisibles.

El ejercicio físico, practicado con regularidad, ha demostrado ser beneficioso tanto en el tratamiento como en la prevención de muchas de las enfermedades no transmisibles, su utilidad en varias de estas patologías es similar a la de los fármacos, sin embargo al compararlo con estos, es de bajo costo y está casi libre de efectos secundarios. Un estudio publicado en el British Medical Journal del 2014, afirma que si únicamente la población de Inglaterra practicase 150 minutos de ejercicio físico moderado a la semana se podrían evitar 37 mil muertes cada año, prevenir 6.700 casos de cáncer de mama 4.700 casos de cáncer colo-rectal y evitar casi 300.000 nuevos casos de diabetes tipo 2.

En mayo del 2008 en la 61ª Asamblea Mundial de Salud se defendió una resolución y se estableció una línea para prevenir las enfermedades crónicas. Estas directrices urgían a los Países Miembro a establecer pautas sobre actividad física y salud, de tal forma que se implanten políticas que:

  • Fomenten y pongan en práctica directivas a nivel nacional sobre actividad física y salud.
  • Promocionen como métodos de transporte a nivel escolar y laboral, sistemas activos y seguros (como la bicicleta o caminar).
  • Obliguen a que las estructuras urbanas se adapten para permitir los desplazamientos seguros y crear espacios para uso recreativo.

En el artículo 43 de la Constitución Española se reconoce el derecho a la protección de la salud de todos los españoles, y otorga a los poderes públicos las competencias para organizar y tutelar la salud pública mediante las medidas preventivas, las prestaciones y servicios necesarios adecuados para asegurarla. Estos poderes públicos son los responsables también de promover la educación sanitaria, la educación física y el deporte, y posibilitar la adecuada utilización del ocio.

Las personas que realizan ejercicio físico de forma regular tienen mejor calidad de vida, enferman menos y producen menor gasto en el sistema sanitario, un menor número de las bajas laborales producidas por la enfermedades más frecuentes con un tiempo de incapacidad temporal entre un 6 y un 32% menor que las personas inactivas, a la par que su rendimiento laboral, como muy bien saben los japoneses, aumenta entre el 2 y el 52%. Esto implica que por cada euro que se invierte en ejercicio físico se produce el triple de ahorro en el gasto público sanitario.

Si la población general es cada vez más conocedora de los beneficios que produce el ejercicio físico sobre su salud, ¿por qué no se produce un cambio en su conducta o actitud?.

Para que una persona modifique su conducta es indispensable la motivación, que aumenta a medida que el individuo va superando las barreras que le dificultan instaurar el cambio. Entre estas barreras se encuentran las personales, las conductuales y las relacionadas con el ambiente.

En las barreras personales se engloban factores demográficos, psicológicos y socio-cognitivos. Las barreras conductuales están constituidas sobre todo por las rutinas habituales durante los años anteriores de su vida. Frente a estas dos barreras el médico o la médica de familia pueden y deben actuar convirtiéndose en el apoyo social del sujeto, ya que la mayoría de los pacientes les consideran la fuente de mayor confianza para obtener información antes de tomar decisiones sobre su salud.

Sin embargo las barreras relacionadas con el ambiente tienen como principales factores los que dependen del entorno social y los factores físicos. Si bien sobre el apoyo social puede actuar también el médico de familia, al facilitar el apoyo del cónyuge, búsqueda de grupos de amigos con los mismos intereses y el propio respaldo del médico. Los factores físicos se ven muy poco o nada influenciados por el médico de familia, al referirse al lugar geográfico donde vive el paciente, la estación del año o situación atmosférica, y el acceso a instalaciones deportivas o a material de deporte que viene en gran medida condicionado por la capacidad económica. Esto supone una sobrecarga y dificultad añadida en la población menos favorecida, en ancianos y pensionistas, que son quienes más necesitan beneficiarse de las ganancias en los cambios de vida.

La OMS ya dejó claro en su Estrategia Europea de Actividad Física 2016-2025, la necesidad de que los gobiernos implementaran procedimientos que creen incentivos para que la población integre la actividad física entre su rutina diaria. Dentro de este apartado el Grupo de Actividad Física y Salud de la semFYC (GAFs) considera necesaria la reducción del IVA para todos aquellos factores que tengan que ver con la práctica del ejercicio físico, ya sea cuotas a gimnasios, polideportivos, material deportivo etc. Si bien durante muchos años las sociedades médicas científicas y en especial el Grupo de Promoción Sanitaria y Promoción de la Salud del PAPPS (www.educacionpapps.blogspot.com) han abogado por penalizar el tabaco y el alcohol con el IVA más alto (al ser dos de los factores de riesgo de la Estrategia 4×4) como una medida para reducir su consumo y, por tanto proteger la salud de la población, en el otro extremo tenemos el ejercicio físico que se muestra como un factor de protección, por tanto todos aquellos elementos que faciliten la práctica del ejercicio físico por parte de los ciudadanos y las ciudadanas deberían ser favorecidos por el Estado, soportar el IVA más bajo, o bien obtener unos beneficios fiscales en la declaración tributaria de Hacienda al igual que ocurre en otros países de nuestro entorno como es el caso de Alemania. Esto ayudaría a integrar el ejercicio físico como una rutina habitual en la población, al romper algunos de los factores físicos de las barreras relacionadas con el ambiente, en favor de una menor morbi-mortalidad de los ciudadanos, una mejor calidad de vida de la población y un menor gasto sanitario.

 

 

Ramírez Manent J.I Romaguera Bosch M, Salguero Chaves E, Sarmiento Cruz M, Ribera Osca JA, Moreno Martín G.

Grupo de Actividad Física y Salud de semFYC (GAFS)