¿Cómo dices “hegemonía”? ¿con una “G” castellana-vasca dura, hegg-emonía, o con una blanda suave americano-canaria-andaluza, heh-emonía? (¿o suscribirías la idea de insistir enfatizando en la tercera en lugar de en la segunda sílaba, resultando: hege-monn-ía?) Bueno…una vez recuperados de este potencialmente retorcido y tal vez indignante elección del vocablo “equivocado”, tal vez podamos considerar el concepto social transformativo que ésta molesta palabra representa. Si usted tiene la mala fortuna de compartir consulta o centro con un Marxista, probablemente le sea ya muy familiar la dominación hegemónica de la burguesía sobre el proletariado. Para el resto de nosotros, aquí se lo explicamos en pocas palabras.

Hegemonía es poder. Quiero decir, no un poder ejercido por medios coercitivos, si no una forma de poder particularmente siniestra que se ejerce a través del consentimiento. Procedente de la teoría marxista y muy asociada con Antonio Gramsci, la idea es que las ideologías dominantes se mantienen a través de una socialización progresiva. Expuestas a una constante corriente de presupuestos históricos a través de los media, religión y educación, la gente llega a aceptarlos como verdades sin discusión. Gramsci llamó a esto “Consentimiento manufacturado” (1). La Hegemonía existe a todos los niveles. Forma parte del poder que se construye socialmente entre la gente, y se mantiene socialmente, en lugar de ser simplemente el resultado de estructuras represivas desde arriba hacia abajo. La pronunciación que usted haga de la propia palabra puede reflejar si el español americano-andaluz o el castellano-vasco es el hegemónico en su mundo. La prevalencia de bigotes retorcidos y de barbas de leñador podría decirse hegemónica entre los hipsters. El hecho de que los cowboys sean buenos chicos y los indios los malos en nuestra cultura occidental es un concepto hegemónico extraído de la cultura colonial.

Ya más con nuestros asuntos de educación médica y de una forma más seria, unos cuantos conceptos políticos hegemónicos definen el trabajo social de la educación. Clases magistrales y conferencias, con estudiantes hacinados en filas, son el resultado de una definición de la educación como un proceso de producción industrializado. En los últimos años, las preocupaciones individuales y comerciales del neoliberalismo han llegado a ser la ideología de los estudiantes de nuestro tiempo, con el resultado de que los estudiantes son consumidores y la investigación la moneda de la educación superior (2). Estas asunciones, son raramente consideradas porque son silenciosamente ubicuas, desde los antecedentes históricos a nuestro trabajo habitual como educadores y en el sistema de salud.

Más específico aún en la educación médica, consideremos la creciente dominancia…

Artículo publicado en el Blog DocTutor

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