Entro por la puerta de mi nueva casa, todo aún está en cajas, cajas apiladas que contienen toda mi vida, mi anterior vida. Aún huele a cartón. ¿Dónde pondré ese mueble? ¿Y mis libros?, ¿cómo será a partir de hoy mi nueva vida?, ¿Le hago sitio a aquel cuadro o lo cambio por otro? Parece que no me pega en mi nueva casa.

Eso me pasó justo hace 5 años y medio cuando llegué a mi nueva ciudad. Comenzaba una nueva etapa en mi vida. Mis motivos: una nueva experiencia laboral en una ciudad española, en otro continente con una mezcla cultural increíble, que iba a durar sólo 3 meses y, gratificantemente, ya dura más de 5 años.

Es normal tener una mezcla de sentimientos y emociones cuando sales de tu ciudad, de tu familia, de tus amigos de siempre. Es tu zona de confort la que te proporciona seguridad por lo ya conocido y cierta estabilidad. Cuando das el salto y te sumerges en una nueva ciudad y/o cultura, donde todo es nuevo, las calles, las cafeterías, el súper, las personas que caminan, el idioma que escuchas… puedes sentir momentos de nostalgia, añoranza por lo conocido y también alegría por lo que puedas conocer.

Podemos mudarnos por muchos motivos, por trabajo, por amor, por la familia, por la economía… y todos constituyen un comienzo en un lugar nuevo, en un lugar desconocido. Si nos mudamos “solos” será una aventura el explorar las nuevas calles, los mejores lugares, las mejores rutas para llegar a los nuevos sitios. Tendremos que preguntarnos qué queremos hacer en nuestro tiempo libre, a qué nos vamos a apuntar y dónde podremos conocer gente nueva que constituirán nuestra familia simbólica allá donde estemos, nuestra red social. Encontrar nuestra “amante” aquella actividad que nos haga sentir vivos (yoga, pintura, música, senderismo, baile…) es fundamental para interaccionar con otros y evitar que nos volvamos mustios en casa.

Nunca me he sentido sola al llegar a una ciudad, mi curiosidad me hace querer conocer gente, probar actividades nuevas y sobre todo me motiva a conocer costumbres y culturas diferentes. Puedo decir esto después de vivir en 8 ciudades de toda España, en dos continentes diferentes. Disfrutar de la propia compañía es un punto importante para poder también disfrutar con los demás y sentirte “como en casa” cuando te sientas de nuevo en el sofá. Mi máxima a la hora de conocer gente nueva es poder aportar lo mejor de mí y crecer respetándome y respetando a los demás. Puedo conocer a muchos, sin embargo me rodeo de aquellos que tienen “la misma vibra” que yo, aquellos con los que puedo compartir aficiones e intereses que supongan un reto para mi inquieta mente o un disfrute placentero.

Cada vez que nos mudamos de casa mudamos de “piel”. Nuestro hogar no son sólo 4 paredes, es un conjunto de cosas materiales, de energía y vibración que nos representa en cada momento de nuestra vida. Un hogar cambia a lo largo de la vida igual que cambiamos nosotros mismos. Ikea se encarga de aportarnos esa idea y nos da permiso para cambiar los muebles cada vez que queramos sin sentir culpabilidad por dejar de lado algo “caro y bueno”.

Una mudanza supone un cambio, una transformación de nuestra vida, un momento evolutivo a través del cual tenemos acceso a un nuevo estado, donde las diferentes áreas de nuestra vida también cambiarán, incluso llegando a mutar más de una.

Hacemos cajas y después deshacemos cajas de ropa, de libros, de enseres varios… y también deshacemos cajas con nuestras creencias y valores y principios. Esas son las más difíciles de deshacer porque ¿cómo cuestionar lo que creemos de la vida, cómo cuestionar lo que creemos que merecemos vivir, cómo saber en base a qué vivimos?.

Una manera de conocer nuestro código interno de vida es observar nuestras experiencias del pasado y presente y ver en qué se parecen, qué comportamientos se repiten, qué consecuencias se repiten y desde ahí tirar del hilo preguntándonos por qué. Cuando te haces esa pregunta sacas los permisos internos (las justificaciones normalmente heredadas de nuestros padres, profesores y figuras de autoridad) que te llevan a hacer algo de una determinada manera… a veces se lía tanto la cosa que es necesario usar otra pregunta, el para qué. Ésta, curiosamente, nos permite entender la finalidad de ese comportamiento y nos permite comprender la motivación que nos mueve a hacer algo. El para qué habla de nuestra tabla de valores (salud, familia, amor, dinero, trabajo…).

Tanto nuestras creencias como nuestros valores constituirán puntos de apoyo de nuestro mundo interno para generar cambios generativos en nuestro nuevo entorno a través del conocimiento de nuestras capacidades (despiertas o dormidas) y nuevas acciones, lo que irá configurando una identidad más rica y consciente.j

Se podría decir que para adaptarse al nuevo medio, a la nueva ciudad hace falta colocar delante de nosotros nuestras creencias-valores y ver cómo se relacionan con las nuevas situaciones y posibilidades. El conjunto de nuestras creencias-valores constituye nuestras gafas para ver el mundo. A veces hace falta revisar nuestras creencias y readaptarlas un poco, moldearlas, incluso deshacernos de ellas en ese ámbito nuevo. Tienes permiso del Ikea de nuevo para valorar tus creencias. Nuestros valores serán los mismos casi durante toda la vida sólo que según en que etapa del desarrollo nos encontremos, priorizaremos unos antes que otros.

Un ejemplo simple de un cambio de creencias podría ser el que me ocurrió trabajando en un centro de salud, donde encontré en una analítica casual a un paciente una glucemia de 140 mg/dl en ayunas. Mi mente médica ya me estaba sugiriendo la posibilidad de que este paciente pudiera ser diabético (“Todo paciente con dos glucemias en ayunas (8 horas sin comer) superiores a 126 es diabético”), pero el conocer la cultura de la zona y entender que “el té negro con menta que se toma por aquí no está nada rico si no le echas una “adecuada cantidad de azúcar” y que la dosis diaria de té en muchas personas es de casi de 3 buenos vasos al día”, me hizo reconsiderar la idea de una enfermedad en pos de un hábito alimenticio inadecuado.

Seguro que con este ejemplo se os ocurren creencias que están guardadas en vuestros cajones mentales…como “el dinero no cae de los árboles”, “todos los hombres/mujeres son iguales”,  “estar solo es de fracasados”, “los single-trips son para promiscuos” y mil más que escucho cada día.

Para que un pensamiento se convierta en creencia o ley interna tan solo debe unirse a una emoción fuerte e intensa y a la repetición continua como disco rayado y en un par experiencias de vida. Cuidado con las leyes internas. El poder es vuestro, no de vuestras ideas/pensamientos.

Marie Kondó “La magia del orden” explica cómo elegir las prendas que nos quedamos y de cuáles nos deshacemos, su secreto radica en cómo de feliz te hace sentir dicha prenda. Igual con el resto de cosas materiales que nos acompañan durante la vida. Esta idea la he adoptado para trabajar con las creencias: “¿Esta creencia que me llevo a mi nueva vida, mi nueva ciudad, mi nuevo trabajo, mi nueva relación, mi nueva casa, mi nuevo día, mi siguiente momento…me hace feliz?, ¿me hace ser mejor persona?, ¿me da alas para volar?, ¿me ayuda a tener una autoestima más solida y sana? O por el contrario me obstaculiza en mi diálogo interior y en las relaciones que pudiera establecer con otras personas?

Pon de fondo esta canción I´m Forest, Forest Gump (Alan Silvestri) y lee en voz alta (esto es para ti).

  “Los nuevos comienzos pueden ser lo que yo quiero que sean, me permito entrar de lleno en esta fase nueva de conquista, de exploración de un “mundo nuevo”, abro los ojos cual niño aprendiendo a ver desde la inocencia, sonrío a la vida, cualquier lugar puede ser mi cielo y mi infierno, todo dependerá de mi actitud y de las “gafas con las que mire la vida”.

Hoy me pregunto qué quiero para mi en este día nuevo, en este momento nuevo de mi vida y cómo voy a conseguirlo. Puedo planificarme y fijarme metas altas, paso a paso y regarlas con una alta dosis de autoestima y resilencia. Me merezco disfrutar del éxito, tener prosperidad en mi vida y ser quien imagino ser.

 

Recuérdalo, nos merecemos que lo mejor venga a nuestra vida: Filosofía YO GANO-TÚ GANAS.

Carolina Pérez Ramírez
GdT Salud Basada en Emociones Semfyc

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