El simple y mero acto de pensar se corresponde con el ejercicio intelectual de proyectar y enunciar imágenes, e ideas en la mente humana. Dependiendo del enfoque favorable, agradable o no de las mismas, los pensamientos se califican como positivos o negativos, con el consecuente impacto en el día a día de cada uno como individuo, y como sociedad.

Históricamente siempre se contempló la existencia de ambas líneas de pensamiento, y un sinfín de corrientes filosóficas, religiosas y psicológicas abordaron su estudio y repercusión tanto a nivel individual como colectivo.

Pero ha sido en los últimos años cuando realmente se ha evidenciado un interés creciente en estos temas, lo que motivó su mayor difusión tanto científica como mediática, con la intención de transmitir un conocimiento más amplio, que aporte más claridad y profundidad a la influencia que pueden tener los distintos tipos de pensamientos en la salud del ser humano, y en el desarrollo de los vínculos interpersonales.

¿Qué son los pensamientos negativos? ¿Cómo se forman? ¿Cómo influyen en la salud emocional y física de las personas?

Conceptualmente podemos decir que un pensamiento negativo es una imagen, idea o frase enunciada mental o verbalmente, que lleva implícita una connotación no favorable del contexto en que se produce o la situación en la que nos gustaría vernos.

Lo llamativo del caso es que muchas veces no somos conscientes de su creación, por lo que emergen de forma automática.

Según distintas publicaciones, a lo largo del día somos capaces de crear aproximadamente 60.000 pensamientos, de los cuales el 95% surgen de forma automática, siendo similares en días consecutivos, y de ellos, el mayor porcentaje son negativos (80%).
Inevitablemente ante estas cifras nos preguntamos ¿cómo y por qué se forman? puesto que si son negativos: “no favorables”, lo deseable en muchos casos, es poder cambiarlos para experimentar un resultado diferente. La respuesta a estas preguntas no es única, ni tampoco absoluta.

Nuestros pensamientos, forman parte de nuestro “mapa mental” que, junto con las creencias, los valores, las reglas, y el significado que atribuimos a las distintas experiencias a lo largo de la vida, constituyen todos aquellos aspectos que nos hacen únicos y diferentes, y que determinan nuestra forma de percibir el mundo y el entorno en que nos movemos.

Es sabido que una misma experiencia o situación para unas personas puede ser interpretada como desagradable y muy estresante; otros en cambio, pueden considerar la misma situación como un desafío y el estrés inherente a ella, como motor para superarlo. Algunos ejemplos conocidos: hablar en público, trabajar en un servicio de Urgencias, competencias deportivas de alto impacto, deportes de riesgo …..entre muchos otros.

Por lo tanto y volviendo a la pregunta ¿cómo se forman los pensamientos negativos?

Mediante la impronta y la “memoria” resultante a nivel mental, emocional, e incluso físico, de las distintas experiencias aprendidas desde la primera infancia; de los mensajes en forma de frases, declaraciones, gestos e incluso “silencios”, recibidos del entorno familiar, social y de las instituciones educativas en todos sus niveles, también en la edad adulta.

Se va construyendo un “mapa” que de una forma u otra determina nuestra manera de percibir, de expresar, de comportarnos y de responder a la realidad que nos rodea.

El hecho de que sea inconsciente viene dado por un mecanismo automático de nuestra mente que pretende operar simplificando el tiempo de respuesta ante las situaciones percibidas como similares (aunque no lo sean) a lo largo de nuestra vida.

¿Y a nivel emocional y físico?

Se ha demostrado que cada pensamiento genera a nivel cerebral la liberación neurotransmisores y neurohormonas, (Adrenalina, Dopamina, Noradrenalina, Adreno corticotropina, etc.) cuyo efecto en el resto del organismo desencadena una respuesta que será más o menos agradable en función del tipo de sustancia liberada.

Por lo tanto si ante situaciones de la vida diaria, el enfoque (los pensamientos) se dirigen predominantemente hacia aspectos que tal vez no nos gusten, y que los mismos signifiquen algo negativo para nosotros, repitiéndolos como forma de mensajes, varias veces a lo largo del día, la experiencia psicofisioemocional será también negativa, e igualmente en ese caso las emociones vinculadas a ella: miedo, ira, rabia, frustración….….etc.

¿Qué se puede hacer?

1. En primer lugar: No hacer juicios de valor, atribuir a pensamientos negativos la etiqueta de “malo” no hace más que perpetuar el bucle/espiral que nos mantiene en una emoción y un resultado no deseado.

2. Identificar aquellas sensaciones o sentimientos muchas veces incómodos que simplemente nos indican la necesidad de un cambio de actitud.

3. Identificar aquellos pensamientos que necesitamos de soltar para una mejor calidad de vida ( tres ejemplos):

 

Pensar que somos víctimas (del sistema, de las agendas, de la administración, de nuestro pasado, de nuestros padres, etc.)

Pensamientos de “debería”, “tengo que”, (dirigen nuestro foco a una situación de obligatoriedad en la que muchas veces es difícil sentirse motivado)

Pensar que las cosas son siempre más fáciles o mejores para los demás (no es así, todos tenemos nuestro propio ritmo y valor, y sólo compararnos con nosotros mismos nos ayuda a superarnos).

Finalmente: ¿Cómo se puede cambiar un pensamiento negativo?

 

El primer paso, como se mencionó, es identificarlo, incluso en aquellas situaciones en que surge de forma automática, haciéndose evidente mediante una emoción o un resultado que no nos gusta.

El segundo punto es cambiar aquello a lo que le prestamos atención: FOCO, para citar uno de los ejemplos anteriores: no “debemos” ni “tenemos que” hacer nada, enfocarnos en que “elegimos” hacer las cosas por los beneficios visibles o no de nuestros actos y por evitar consecuencias peores si no lo hiciéramos.

 

Un punto muy importante a destacar es que redirigir nuestros pensamientos hacia los positivos no nos hace “fantasiosos” o “no realistas”, no hay que engañarse, nuestra sociedad, nuestros pacientes, nosotros mismos experimentamos dolor y sufrimiento muchas veces, ambos aspectos coexisten en nuestro día a día, no se trata de obviar lo negativo, se trata de enfatizar lo positivo porque desde este lugar nuestra motivación, nuestra salud emocional , física y nuestros resultados serán aquellos que realmente nos gustaría experimentar.

Stella Méndez Iglesias

GdT en Salud Basada en las Emociones


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    https://psicologiaymente.net/neurociencias/tipos-neurotransmisores-funciones